La era de los materiales naturales se abre paso
Hemos hablado infinidad de veces de la biofilia, esa conexión innata de las personas con la naturaleza que hace que estén más plenos y felices en entornos repletos de plantas y agua. Pero lo natural no se limita a estos dos elementos. En realidad, lo natural esconde un abanico bastante más amplio de materiales a través de los cuales los arquitectos y los diseñadores pueden potenciar la biofilia de los trabajadores y directivos de las oficinas para que rindan mejor. La era del ladrillo y del cemento se va acercando poco a poco a su fin. La era de la madera, de la piedra y de materiales sostenibles similares se abre paso. Y es una grandísima noticia: todos salimos ganando con este cambio.
Principales materiales naturales
Resulta curioso analizar la historia de la arquitectura y comprobar cómo muchos de los materiales naturales que hemos comenzado a utilizar en la actualidad, principalmente con miras a la sostenibilidad de la edificación y la protección del medioambiente, han sido los materiales más usados por las civilizaciones antiguas para la creación de sus hogares, sus templos y sus edificios públicos. La piedra, por ejemplo, fue básica a la hora de construir casas tanto en la antigüedad como en la Edad Media, la Edad Moderna y la Edad Contemporánea rural. Su durabilidad, su resistencia, su bajo mantenimiento, su estética y su aislamiento térmico son sus ventajas más significativas.
Y otro tanto ocurre con la madera. Si bien este material nunca ha dejado de estar presente en nuestras vidas, la invención del cemento allá por la segunda década del siglo XIX lo relegó a un plano mucho más marginal dentro de la arquitectura. Hoy, dos siglos después, nos encontramos en un proceso de recuperación del mismo. Un ejemplo paradigmático lo representa Wittywood, el primer edificio de oficinas del país en estar fabricado enteramente con madera. Y no es casualidad: es un material versátil, cálido, aislante, sostenible si se recolecta en condiciones éticas y con una capacidad única para despertar el instinto biofílico en las personas.
El caso del bambú es similar. En Europa, donde no es una familia vegetal autóctona, su uso arquitectónico y decorativo a lo largo de la historia es anecdótico, pero en otras regiones del mundo y especialmente en Asia ha sido protagonista durante siglos y siglos. A su favor tiene su gran e insólita mezcla entre flexibilidad y resistencia, su ligereza, su hermosura y, sobre todo, su alta sostenibilidad, pues el bambú es una de las plantas de crecimiento más rápido del mundo, lo que la convierte en un recurso muy renovable. En la actualidad, este material suele ser utilizado tanto para suelos como para funciones decorativas y funciones divisorias del espacio.
Por su parte, el mármol mantiene una estrecha relación con las culturas y herencia grecorromanas, especialmente en lo que a templos, edificios de estudio, edificios públicos y esculturas se refiere. En cierto sentido, nunca ha dejado de estar presente en países como España, pero en los últimos tiempos estamos viendo una utilización más profunda y general del mismo, quizás por el mayor interés de las constructoras por invertir en materiales naturales, incluso si son de lujo como el mármol, para cuidar el planeta. Sus beneficios son muy variados, pero si hay dos características que definen el mármol son elegancia y durabilidad.
Otros materiales naturales
Además de los cuatro anteriores, los más empleados, hay una serie de materiales naturales alternativos cuya presencia en la arquitectura y el diseño de interiores está creciendo notablemente. Entre todos ellos destacan materiales de muy bajo impacto ambiental como la arcilla o el barro y materiales biodegradables como el corcho, el lino, el yute, la caña, el ratán o la paja. Todos unidos, los anteriores y estos, tienen el potencial de crear espacios de trabajo que aporten beneficios a todas las partes: menos impacto sobre el planeta, mayor bienestar personal de los trabajadores y mayor rendimiento profesional para las empresas a raíz de ese mismo bienestar.
