Los cambios más importantes en las oficinas en las últimas década

Afortunadamente, el bienestar de los trabajadores ha ido adquiriendo una importancia cada vez mayor en las empresas conforme transcurrían las últimas décadas. Y las oficinas no han sido ajenas a ello: han pasado de ser lugares grises y emocionalmente planos a espacios vivos y sugerentes que dinamizan la vida interior de los empleados. No podía ser de otra manera. Después de todo, el diseño tiene un impacto muy significativo en la psique humana, influyendo en los niveles de satisfacción, serenidad, estrés, ansiedad o aburrimiento. No obstante, de todos los cambios a través de los cuales las oficinas han alcanzado una nueva personalidad mucho más amable y human centric, hay unos cuantos particularmente trascendentes. Conozcámoslos. 

Los colores importan 

Muchas de las imágenes de oficinas del pasado que permanecen en el imaginario popular están en blanco y negro. Pero no es una pérdida de gran importancia. Después de todo, estas oficinas estaban marcadas precisamente por el blanco, el negro y los grises. La idea general era que la sobriedad transmitía seriedad y hacía que los trabajadores se concentrasen más. Tiempo después aprendimos que los colores, los tonos vivos, la variedad, la informalidad, son factores que potencian la relajación y la felicidad, lo que a su vez potencia tanto la concentración como la creatividad. De ahí que la paleta de colores de la oficina moderna sea infinita. Cada una tiene su propia personalidad. Y dota de alegría y contenido a quienes la ocupan a su manera. 

Un mobiliario al servicio de las personas 

En las oficinas clásicas el mobiliario estaba primero: mesas y sillas de lo más anodinas y frías, aburridas incluso, en las que los trabajadores tenían que aprender a encajar. En la oficina actual las cosas son muy diferentes. El mobiliario se adapta a las personas a través del material de fabricación, de la innovación en su geometría, de sus tonos y motivos y, sobre todo, de su variedad. Las sillas cuentan con sistemas regulables, los escritorios disponen de diferentes alturas y existe mobiliario alternativo como sillas altas, sillones, sofás o incluso tumbonas y hamacas en las que el trabajador puede asentarse para disfrutar de la jornada laboral a su manera. Es un entorno mucho más rico que hace que los trabajadores estén emocionalmente más predispuestos a ir a la oficina y disfrutar de cuanto ofrece. 

Cubículo versus espacio flexible 

Que las oficinas contemporáneas dispongan de una amplia variedad de mobiliario no es casualidad: es la consecuencia de un cambio decisivo de modelo. En concreto, del modelo cubículo, en el que el trabajador se encontraba obligatoria y tristemente relegado a una esquina de la oficina, al modelo de espacio flexible promovido por empresas como Utopicus y en las que el trabajador tiene libertad para ir cambiando de ambiente de trabajo conforme a sus preferencias. Ahora una zona de sofás, luego una zona de sillas altas regulables con cafetera, más tarde un escritorio convencional y quizá en las dos últimas horas de su jornada una mesa colectiva en la que crear sinergias. La sensación de libertad realza inevitablemente el bienestar individual. Sin libertad nos sentimos incompletos. 

Adiós a lo barroco 

Las oficinas han sido históricamente espacios barrocos: decoraciones sobrecargadas centradas en lo laboral, desorden de papeles y utensilios y un exceso de estímulos visuales, sonoros y de todo tipo. Frente a esto, la corriente moderna del diseño de oficinas propone espacios mucho más minimalistas, sosegados, amables y abiertos. Y no solo eso: la decoración actual se aleja de lo estrictamente laboral, como diplomas o fotos de la historia de la empresa, para adentrarse en una decoración más propia del hogar basada en plantas, espejos o cuadros artísticos. La intención es desdibujar la barrera entre lo profesional y lo personal. La oficina es un lugar para trabajar cómodamente. Un lugar con carácter y con matices que los trabajadores puedan hacer suyo. Un segundo hogar. 

Otros cambios importantes 

Además de todo lo anterior, vanguardia de la transición de la oficina clásica a la oficina moderna, existen otros novedades evidentes como la aparición de los espacios de ocio dentro de la oficina (zona de cafetería para charlar, salas para ver la televisión, gimnasio, recreativas...), la priorización de la iluminación natural, la búsqueda de la sostenibilidad integral y, por encima de todo, la irrupción de los avances tecnológicos y concretamente del proptech. A fin de cuentas, dichos avances liberan a los trabajadores de tareas manuales y repetitivas y les permite alcanzar unos grados de creatividad, interconexión y operatividad mucho más altos. En este sentido, la oficina contemporánea ha de ser y es digital. Porque es ahí donde las personas pueden fluir con comodidad y explotar todo su potencial. 

En definitiva, y como hemos comprobado, múltiples pequeños cambios de diseño han operado toda una revolución general: la oficina tradicional era un lugar que se sufría, la oficina moderna es un lugar que se goza. Una realidad cotidiana ideada para cuidar de las personas y, de esa manera, sacar lo mejor de ellas día tras día. No hay vuelta atrás. 

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