Arquitectura invisible: una integración real en el entorno
Algunos edificios son verdaderamente hermosos arquitectónicamente. Una delicia para los ojos humanos. No obstante, pueden serlo y aún así representar un choque visual brusco en relación con su entorno. En este sentido, el diseño de un edificio no debe tener en cuenta únicamente el propio edificio sino también su integración óptima en el ecosistema que lo rodea. Además, no somos ni mucho menos la única especie que habita este planeta: lo que para nosotros puede resultar agradable puede ser perjudicial para la vida de muchos otros animales. Dos hechos claves que requieren de una mirada mucho más ambiciosa de la arquitectura: la mirada de la arquitectura invisible.
El mérito de pasar desapercibido
Durante las últimas décadas, la principal estrategia de las corporaciones para destacar frente a sus competidoras era ser más notorias. Llamar más la atención. Operar desde el edificio más grande e impactante posible. Las cosas, sin embargo, han empezado a cambiar conforme hemos comprendido la importancia de preservar los entornos naturales y urbanos: la arquitectura invisible propone crear edificios y elementos que, a través de una elección inteligente de materiales y estrategias, destaquen lo menos posible dentro de un panorama. O explicado de otra manera, la finalidad de esta modalidad arquitectónica es no levantar barreras visibles entre los edificios y su alrededor.
Para ello existen muchos mecanismos diferentes, de los cuales destaca especialmente la utilización de materiales traslúcidos como el cristal o de materiales reflectantes como los espejos. También la apuesta por el diseño biofílico, que incluye la incorporación de muchas zonas verdes, el uso de plantas autóctonas que fomenten la vida de la fauna autóctona o incluso la instalación de nidos para insectos o para pájaros de la zona. La idea es que el edificio no se convierta en un obstáculo para el hábitat natural en el que se ubica. Ya sea un hábitat campestre, rural o incluso urbano. Después de todo, la ciudad también está repleta de vida. La arquitectura tiene la obligación de protegerla.
Además, la arquitectura invisible también trata de ocultar las tecnologías para que no interfieran con la estética general del edificio ni con la actividad de los animales circundantes. Es lo que se conoce como integración de sistemas: de calefacción, de ventilación, de obtención de la energía solar... Por último, destaca también el empleo de materiales sostenibles que no contaminen el ambiente y una gestión del ruido óptima para no alterar la vida salvaje. A fin de cuentas, y por muy invisible que sea un edificio visualmente, si daña el entorno cercano o crea perturbaciones sonoras que afectan a otros seres vivos no puede considerarse verdaderamente invisible.
Edificios invisibles en la vida real
Existen muchas cabañas invisibles repartidas a lo largo del mundo. Desde las cabañas Arcana de los bosques de Ontario a las cabañas que la empresa Cabinas de las montañas y las nubes tiene instaladas en las montañas chinas de Yichang. Y tiene sentido: según todo lo que hemos analizado previamente, la arquitectura invisible resulta especialmente necesaria en entornos puramente naturales para que los animales y las plantas de estas regiones no se vean afectadas por los edificios. Son cabañas que pasan bastante inadvertidas. No obstante, la arquitectura invisible no queda limitada a pequeñas construcciones, sino que puede aplicarse a grandes edificios.
The Spiral en Nueva York. Copenhill en Copenhague. Capital Spring en Singapur. The Vitali Hacko Creative Industries Library de Estambul. O la Seattle Central Library. Son ejemplos internacionales perfectamente representativos de este tipo de arquitectura valiente y concienciada. Pero también puede enmarcarse como uno de los primeros edificios españoles de inspiración invisible el edificio de Colonial en Barcelona Wittywood, construido utilizando exclusivamente madera y cristal. Además, toda nuestra actividad está imbuida de rasgos sostenibles, verdes e invisibles en menor o mayor medida. La finalidad es seguir apostando por ello. Por un mundo mejor.