Arquitectura que se integra con el entorno
En nuestras ciudades estamos rodeados de edificios que muestran la fuerte conexión que existe entre pasado y presente. Algunos tienen el poder de integrarse en el entorno sin alterar la autenticidad de lo que los rodea y al mismo tiempo aportan un valor añadido.
Un buen ejemplo es la Torre Marenostrum, un inmueble moderno situado en un barrio tradicional. Está ubicado en la Barceloneta, cerca del frente marítimo y es uno de los edificios más espectaculares que se levanta en el skyline barcelonés.
Diseñada por los arquitectos Enric Miralles y Benedetta Tagliabue, este edificio de oficinas hace un guiño a la naturaleza con su moderna y sinuosa arquitectura, inspirada en una forma rocosa y acristalada azotada por los vientos y el agua a los pies del Mediterráneo.
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Este activo, rehabilitado recientemente, dispone de plantas diáfanas y luminosas dotadas de acabados e instalaciones de excelente calidad. Aunque es difícil destacar un único rasgo de este edificio tan polifacético, llaman la atención su ambicioso diseño y el juego con las diferentes perspectivas que se proyectan desde los diferentes laterales, otorgándole de esta forma una personalidad difícil de encontrar en cualquier otro lugar.
Este gigantesco caleidoscopio está recubierto por cristales de varias tonalidades que tienen una ligera deformación reflectante. Esta ‘piel’ cambia de luz y crea siempre nuevas imágenes.
Sin duda, la Torre Marenostrum es un paraje privilegiado para los usuarios que acuden a sus oficinas diariamente, pero también para los ciudadanos y turistas, ya que gracias a su arquitectura se ha convertido en un gran atractivo de la ciudad de Barcelona.