Los arquitectos del metaverso
Hace algunos meses hablábamos del metaverso, y de cómo este podría aplicarse al sector inmobiliario junto con sus posibles beneficios y océanos azules a los que podría dar paso. Gracias al avance de la tecnología y de empresas como Facebook, que ya han cambiado oficialmente su nombre a ‘Meta’, como un claro posicionamiento hacia este nuevo universo, surgen nuevas oportunidades profesionales así como elementos sociológicos a tener en cuenta.
Realmente, el hecho de imaginar cómo será este espacio virtual no dista tanto de lo que ya hemos podido ver anteriormente en videojuegos tan populares en su día como Second Life, nacido en 2013, o el fenómeno actual que supone el juego cooperativo Fortnite.
Más allá de esta visión de ocio aplicable a juegos o redes sociales, la realidad es que estos espacios virtuales están siendo cada vez más sofisticados y completos, ya que grandes empresas están invirtiendo grandes sumas en estructuras potentes para poder sumarse a esta nueva realidad. Esto dará paso a no un solo metaverso, sino a muchos de ellos que podrán conectarse de forma virtual, todos ellos regulados bajo el blockchain, la base de la economía de este nuevo ecosistema.
Esta nueva forma de economía dará paso a nuevas oportunidades de negocio, pero también a nuevas profesiones y nuevas formas de entender un trabajo, como podría ser el caso de la arquitectura.
En el metaverso no existe la gravedad
Hasta ahora, arquitectos, ingenieros y demás especialistas han necesitado tener en cuenta muchas variables para poder construir un edificio, lo que supone un claro motivo de por qué no todo el mundo puede construir un rascacielos que cambie el skyline de una ciudad. Esto, aunque tiene sentido dentro de un universo físico, puede perder ser relativo en un universo digital donde no aplican las leyes de la física. En un escenario como este, podrían aparecer muchas tipologías nuevas de arquitectos no basados en lo físico y real, que podrían crear sus espacios en el metaverso e incluso comercializarlos.
Por otro lado, este mismo hecho, el de no tener gravedad, puede no solo quedarse en las barreras del metaverso: que los arquitectos puedan experimentar con material, formas y pesos, sin necesidad de construir para verlo de forma global, puede hacer que estos puedan conceptualizar espacios que vayan más allá de las barreras actuales e incluso trabajar de forma colaborativa desde cualquier lugar del mundo, a través de una experiencia 3D totalmente inmersiva, que va más allá de los renders y prototipos actuales.