Análisis de los beneficios de las oficinas con color frente a las oficinas minimalistas

Las oficinas diseñadas bajo las premisas del minimalismo funcional y estético, muy extendidas durante estas últimas dos décadas, suelen ser espacios coloridamente tibios: sus tonos predominantes son el blanco, el negro, el gris o el beige. Además, y más allá de la selección de tonos suaves que llaman muy poco la atención, estas oficinas se caracterizan asimismo por no combinar excesivos colores y permanecer en una especie de monocromatismo o policromatismo muy limitado. Todo lo contrario de lo que ocurre en las oficinas diseñadas bajo las premisas de nuevas tendencias como el maximalismo o el eclecticismo. En ellas abundan los colores. Unos colores muy vivos. 

Impacto de los ambientes coloridos en los trabajadores 

La psique humana no es indiferente a los colores. Por el contrario, y como demuestran las investigaciones científicas en torno a la psicología del color, estos pueden influir significativamente en el estado anímico de las personas e incluso en la potenciación de ciertas capacidades cognitivas. Los tonos amarillos y naranjas, por ejemplo, parecen funcionar como un despertador de la creatividad, por lo que algunas de las nuevas propuestas de oficina acostumbran a incluir estos colores en las paredes o en el mobiliario de las áreas de brainstorming. Por su parte, el azul parece inducir a la concentración y a la calma, ideal para las salas de trabajo inmersivo o cooperación. 

Algo similar ocurre con los verdes: son tonos de los que el ser humano ha estado rodeado la mayor parte de su historia y tienen la capacidad de proporcionar mucha serenidad y bienestar emocional. En este sentido, la incorporación de vegetación al interior de la oficina es una gran estrategia para conseguir un equipo humano desestresado y satisfecho en el trabajo, así como la agregación de elementos decorativos verdes o incluso la apuesta por paredes verdes. En definitiva, escoger el minimalismo cromático es renunciar a los beneficios de los colores y a su uso estratégico. Y no solo a la hora de contentar a los trabajadores: también a la hora de construir marca. 

Porque parte de la identidad de las marcas son sus colores. Y mientras que el minimalismo cromático frena la representación de los mismos dentro de la oficina en muchas ocasiones, corrientes como el maximalismo o el eclecticismo la impulsan. Algo que beneficia claramente a la construcción de una cultura organizacional. Los trabajadores terminan identificándose con ciertos tonos claves. Se refuerza la marca y los valores que defiende. Una realidad que también influye positivamente a la hora de atraer nuevo talento y a la hora de seducir a clientes que visitan la oficina. No obstante, y pese a las bondades de este multicromatismo, hay un obstáculo importante. 

La percepción de los colores depende de la cultura 

Resulta indispensable tener en cuenta que la percepción del color puede variar según la cultura. En las culturas occidentales, por ejemplo, el blanco suele estar asociado a la pureza, mientras que en algunas culturas asiáticas suele relacionarse con la muerte. El rojo, por su parte, es un color que inspira pasión y amor en algunas regiones, mientras que despierta buena suerte en otras. Y así con todos los colores. Esto hace que el diseño de una oficina, y su personalización para una empresa en concreto, deba realizarse considerando la cultura de sus trabajadores y del lugar en el que está emplazada. El maximalismo cromático no es arbitrario. Responde a unas necesidades concretas. 

En cualquier caso, es evidente que se avecinan tiempos de cambio. O al menos de alternativas. El minimalismo cromático, la búsqueda de ese menos es más destinada supuestamente a liberar de estímulos al cerebro, sigue siendo una propuesta interesante, pero no necesariamente la canónica. Después de todo, cada organización es un mundo y requiere unas características funcionales y estéticas muy específicas. El color, y especialmente el uso adecuado del color, puede convertirse en un aliado excepcional a la hora de motivar a una plantilla, hacerle sentir como en casa y ofrecerle las herramientas psicológicas necesarias para funcionar con productividad. 

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