Cómo mantener un ambiente fresco y saludable en las oficinas durante el verano
El rendimiento profesional depende tanto del estado de las capacidades cognitivas como del estado anímico. Y ambas dimensiones humanas pueden verse mermadas por las condiciones ambientales. El calor extremo, en concreto, provoca una mayor disconformidad, un mayor estrés y una reducción de habilidades cognitivas como la memoria del trabajo o los tiempos de reacción. En ese sentido existe una doble motivación para querer mantener un ambiente fresco en las oficinas durante los meses estivales: el bienestar de los trabajadores y el éxito de la empresa. Y tenemos muchas estrategias disponibles para conseguirlo más allá del uso indiscriminado del aire acondicionado.
Diseño bioclimático: aprovechando las condiciones naturales
Cada ambiente de la Tierra presenta unas características climáticas específicas. En lugar de luchar contra ellas, de implementar soluciones de tipo genérico independientes del entorno, lo que propone el diseño bioclimático es el aprovechamiento de esas características para optimizar el confort térmico con el menor uso posible de los sistemas de climatización. Esto incluye tener en cuenta la cantidad de luz solar que entra o la orientación de las ventanas. Asimismo, el diseño bioclimático también hace uso de estrategias artificiales como la selección de materiales de construcción con propiedades aislantes. Un buen diseño bioclimático reduce profundamente la huella de carbono de un edificio.
Colores: mucho más allá del sentido estético
Los colores marcan una gran diferencia en el resultado estético de una oficina. Es importante escogerlos bien para que generen una atmósfera que sea al mismo tiempo relajante y estimulante. A las personas les influye mucho emocionalmente. No obstante, los colores también son determinantes en la temperatura del edificio: algunos colores absorben el calor, mientras que otros presentan la capacidad de reflejar más o menos la radiación solar y disipar así el calor. Del mismo modo, el uso de materiales reflectantes en estructuras claves como son las paredes o los techos también puede dar lugar a una temperatura natural más moderada en el interior de la oficina.
Ventilación: refrigeración natural sin emisiones
La ventilación natural tiene varias ventajas sobre la ventilación artificial: no produce emisiones de gases de efecto invernadero que agraven la problemática climática global, no requiere un consumo energético, no tiene un coste económico en su fase operativa y, además, es mucho más saludable. Entre otras cosas, combate la acumulación de microorganismos en el ambiente y elimina la humedad ambiental. Para darle impulso, es necesario aprovechar las corrientes de aire y promover la circulación natural a través de ventanas situadas estratégicamente. Los ventiladores de techo o de pedestal también pueden ser buenos apoyos para minimizar el uso de climatización.
Sombra: una aliada para reducir la carga térmica
Las zonas de sombra son fundamentales durante los meses de verano. Especialmente en áreas en las que las temperaturas máximas alcanzan o superan los treinta grados centígrados. En ese sentido, la recomendación es que los edificios de oficina cuentan con elementos como toldos, cortinas o persianas que bloqueen la radiación solar directa en las horas de mayor incidencia. Cuando no es posible hacerlo en toda la oficina, es aconsejable diseñar espacios sombreados en los que los usuarios de la misma puedan refrescarse temporalmente o, si se trata de una oficina basada en el modelo flex office, permanecer ahí tanto tiempo como lo deseen.
Estas medidas, unidas a unas prácticas individuales saludables como el uso de ropa adecuada para esta época del año o la hidratación regular, son suficientes para minimizar la dependencia de la oficina del aire acondicionado. En cualquier caso, es improbable que esa dependencia sea nula y siempre habrá momentos en los que sea imprescindible, incluso si es a una intensidad moderada. Precisamente por esto es crucial que se realicen inspecciones periódicas del sistema de aire acondicionado para garantizar su buen funcionamiento y evitar un consumo de energía superior al necesario. Por una cuestión económica, sí, pero también de sostenibilidad.