Guía verde para espacios de trabajo: las mejores plantas para tu oficina
Los seres humanos hemos pasado la mayor parte de nuestra historia en comunión total con la naturaleza. Hoy, inmersos en ciudades hechas de ladrillo y cemento, conservamos en nuestro ADN aquel amor hacia lo vivo y lo verde. Es lo que los expertos conocen como biofilia. De ahí que muchas empresas estén apostando por la incorporación de plantas en sus oficinas que satisfagan esta necesidad tan sapiens de volver a lo natural y sentirse conectado con los orígenes. No obstante, no es tan fácil como colocar cualquier variedad de planta, sino que hay que reflexionar y tomar una serie de decisiones encaminadas a seleccionar las más adecuadas en cada caso. Profundicemos en ello.
Sin soluciones universales
Una de las evoluciones éticas más importantes en el campo de la incorporación de plantas a los espacios de oficina es la integración. Porque la elección de las plantas no debe responder exclusivamente a cuestiones de belleza o de cuidado. En realidad, el aspecto más relevante es que la especie en cuestión repercuta positivamente en el entorno. En ese sentido, la recomendación es siempre escoger plantas autóctonas de la zona en la que está enclavada la oficina, de forma que otras formas de vida como los insectos o los pájaros puedan verse beneficiadas. La idea es que la vegetación añadida no enriquezca únicamente la situación de los trabajadores. También del entorno.
Además, hay otra razón clave para escoger plantas propias de la región: ello implica que estas especies han coevolucionado con el ambiente a lo largo de miles de años y, por tanto, sus requerimientos hídricos están en consonancia con lo que aporta la naturaleza. Esto deriva en un ahorro de agua al no tener que ser regadas artificialmente tan a menudo, al menos cuando hablamos de las plantas de oficina situadas en rincones expuestos a las precipitaciones. Y lo mismo ocurre con la iluminación. Una planta natural del Mediterráneo, zona muy luminosa, va a necesitar iluminación artificial si es emplazada en una región con tan pocas horas de luz natural como Noruega.
Plantas muy versátiles
Aunque lo ideal es, tal y como hemos apuntado previamente, decantarse por especies autóctonas en plena consonancia con la naturaleza que hay alrededor del edificio, también existe la posibilidad de escoger plantas no autóctonas muy versátiles capaces de sobrevivir sin demasiado cuidado en entornos climáticos muy diferentes. Es el caso del popular Pothos (Epipremnum Aureum). Si bien es originaria del sudeste asiático y Nueva Guinea, es capaz de tolerar una enorme variedad de condiciones de luz y humedad, lo que unido a su propiedad purificadora del aire la convierte en una de las alternativas no personalizadas más populares y recomendables.
Lo mismo ocurre con los cactus y las suculentas, ambas originarias tanto de América como de África, pero cuya resiliencia les permite vivir en perfectas condiciones en muchísimos entornos distintos y con muy poco mantenimiento. El helecho de Boston, la Dracaena marginata o la Dracaena fragans también son excelentes opciones muy polivalentes. La primera posee un verde muy intenso ideal para zonas muy vivas y las otras dos exhiben un verde más elegante idóneo para zonas de relajación. Y si la idea es emplazarla en un rincón poco iluminado de la oficina, Cinta, también conocida como Malamadre, es una opción estupenda.
La Zamioculcas zamiifolia, llamada popularmente árbol ZZ, también es una alternativa fantástica para espacios con muy poca luz. Su robustez le permite sobrevivir sin problemas. Y la palma de salón, una de las más exuberantes que puedes colocar en la oficina. Transmite muchísima alegría gracias a su tono despierto y a la abundancia de sus hojas. Muy similar, aunque esta sí requiere luz indirecta, es la palma de bambú, la cual puede llegar a crecer bastante. Y si buscas un toque visual diferente sin renunciar a un cuidado laxo, la elegida debe ser la Aglaonema o dama de la fortuna, capaz de pasar del verde al rojo según la estación. Un calendario natural precioso.