Decoración integrada en la arquitectura: un puente entre funcionalidad y estética

En estas últimas décadas, y en cierto sentido también en los últimos siglos, la arquitectura ha ido volviéndose mucho más funcional y mucho menos ornamental, entendiendo que la responsabilidad decorativa debía recaer sobre los hombros del diseño de interiores. En la Antigüedad no fue así. Basta con detenerse a contemplar antiguos edificios griegos, romanos y medievales para descubrir cómo la decoración estaba en muchos casos integrada dentro de la arquitectura interior y exterior. Y si bien la tendencia es hoy, como decíamos, contraria, empieza a nacer una recuperación de aquella arquitectura más holística de antaño y basada en ciertos componentes claves. 

Columnas 

Las columnas son componentes inicialmente, estructuras y, por tanto, funcionales. Se instalan con la finalidad de que soporten las estructuras superiores de los edificios. En algunos casos quedan ocultas tras otros elementos estructurales como las paredes. En otros casos permanecen a la vista. Cuando se da esto último, y se da con bastante frecuencia, la columna tiene un potencial no solo estructural sino también estético. Es ahí donde entran en escena los diferentes tipos de columnas: el estilo simple y robusto de la columna dórica, el estilo elegante y acanalado de la columna jónica o el estilo muy ornamentado de la columna corintia. Pueden aportar mucho a una oficina. 

Bóvedas 

Lo mismo ocurre con las bóvedas. Estos elementos arquitectónicos curvos tienen, en primera instancia, una función de soporte estructural de las construcciones en las que se incorporan, pero también pueden ser fuentes de decoración. Desde la semicircular bóveda de cañón a la más compleja bóveda de arista y pasando por la siempre vibrante bóveda de crucería. Las opciones son múltiples y muy variadas no solo en la geometría y sus principios físicos, sino también en los detalles ornamentales que puedan añadirse. Por supuesto, estructuras de lujo como esta representan un coste añadido para el edificio, pero proporciona muchos beneficios estéticos y emocionales. 

Materiales 

La arquitectura cuenta con una herramienta capaz de cumplir esa doble función, utilidad-estética más allá de las estructuras como columnas o bóvedas: hablamos de los materiales. Un ejemplo muy claro, y que vemos mucho en la actualidad con el auge de la tendencia industrial, es la de mantener al desnudo los ladrillos interiores de los edificios para que formen parte de la imagen de sus espacios. En otros casos, los estudios de arquitectura optan por materiales como la piedra tallada lisa, la piedra tallada con intrincados detalles, el estuco liso, el estuco texturizado o el estuco pintado para darle una belleza adicional a las salas. 

Detalles ornamentales 

En ocasiones, ciertos elementos arquitectónicos carecen de una función útil clara, pero aportan mucho en términos de elegancia y estética. Es el caso de los capiteles que coronan algunas columnas, de las cornisas decoradas con patrones o de los frisos con relieve o con inscripciones que recorren las paredes. Además, los arquitectos también tienen a su disposición soluciones embellecedoras como los frescos pintados sobre el yeso húmedo, las esculturas que sobresalen de la pared y añaden profundidad o los mosaicos creados en diferentes materiales como el vidrio, la piedra o la cerámica y enmarcados dentro de una gran variedad de estilos. 

En resumen, la arquitectura que integra decoración lleva sus funciones estructurales un pasito más allá y transforma los espacios construidos en entornos estéticamente agradables. Unos entornos que, cuando dicho diseño arquitectónico está bien enfocado, también pueden reflejar la cultura, la filosofía y los valores de la época. Algo muy importante en un edificio de oficinas. Después de todo, dicho edificio forma parte de la imagen corporativa de la empresa en cuestión. Además, muchos de los elementos de decoración integrada en la arquitectura también influyen en la percepción del espacio, la luz o la estética. Es mucho más que estética.