Consejos para la aplicación de un diseño verdaderamente biofílico

La segunda mitad del siglo XX fue testigo de los primeros síntomas de agotamiento de la población ante ciudades excesivamente urbanas y alejadas de la naturaleza. Como concluiría el prestigioso psicoanalista alemán Erich Fromm en 1973, los seres humanos mantenemos una inevitable biofilia, una predisposición genética a la unión con las plantas y la vida en general, y el diseño urbanístico de hormigón y acero contrariaba repetidamente aquel instinto, mermando la productividad, la creatividad y la satisfacción emocional de las personas. Fromm murió en una pequeña comuna suiza en 1980, pero el gran sociobiólogo Edward O. Wilson continuó promoviendo la biofilia. 

Y afortunadamente comenzó a calar en las empresas de la industria inmobiliaria. Hoy son muchos los espacios de oficina que integran un importante componente biofílico mediante patrones especiales propios de la naturaleza, instalación de fuentes y otros espacios de agua, uso de colores habituales en los ecosistemas naturales, empleo de materiales como la madera o búsqueda de flujos de aire que inspiren las corrientes exteriores. No obstante, existe un problema: en ocasiones el compromiso con la biofilia permanece en un plano superficial del diseño y no tiene en cuenta otros aspectos claves muy vinculados a la sostenibilidad medioambiental. Es el llamado lavado verde. 

El diseño biofílico debe ir más allá de las apariencias 

La apariencia biofílica de una oficina es importante para la calidad laboral de los trabajadores. Como ya explicamos en otro de nuestros artículos, la biofilia en las oficinas aumenta la sensación de bienestar en un 15%, la creatividad en otro 15% y la productividad en un 6%. Y no son cifras que puedan ignorarse. Sin embargo, estas apariencias son solo una parte del compromiso con la biofilia. Cualquier diseño que aspire verdaderamente a conectar a las personas con su necesidad innata de naturaleza a través de los espacios debe "considerar el impacto ambiental de cada aspecto incorporado", tal como señalan desde AllWork. De nada sirve una fuente si no es ecológica. 

En este sentido, y según explica en dicho medio Daniel Jaconetti, líder nacional de prácticas de diseño sostenible de HED, existen varias prácticas imprescindibles para el diseño biofílico más allá de la construcción de una apariencia orgánica y natural. Entre ellas, el empleo de materiales con bajo contenido de carbono como la madera masiva, la tierra apisonada, el algodón, el linóleo, el corcho, la piedra o la arcilla. Y si "un material natural no es el adecuado, entonces deberíamos centrarnos en materiales recuperados para limitar la huella de carbono". El empleo de iluminación LED, la búsqueda del aislamiento térmico o la optimización de la luz también son esenciales. 

Además, el enfoque biofílico debe afectar también a la selección de plantas que se incluyen en el diseño. En apariencia, cualquier planta aumenta la sensación personal de conexión con la naturaleza. Sin embargo, una planta proveniente de un ecosistema totalmente distinto será probablemente menos sostenible hídricamente. También en términos de relación con la fauna. Esto es especialmente relevante para los espacios verdes exteriores de descanso de las oficinas. El diseño biofílico debe ser ambicioso. Y las certificaciones BREAM, LEED o WELL que utilizamos en Colonial son mecanismos muy precisos para medir los resultados. Tienen en consideración la biofilia global. 

La importancia de la comunicación en la biofilia personal 

Un muro de la oficina inundado de trepadoras resulta obvio. También un mobiliario de madera. Los trabajadores lo perciben y sienten que su biofilia se ve satisfecha. Pero muchos otros de los componentes biofílicos del diseño que hemos comentado en este artículo no. No se nota a simple vista, a menos que se sea un profesional del sector, que los materiales de aislamiento tras una pared tienen una huella de carbono mínima. O que una planta es autóctona. O que la disposición respecto al sol optimiza la radiación y permite reducir el consumo de los sistemas de aire acondicionado. Son detalles cruciales que sin embargo pasan desapercibidos a menos que se comuniquen. 

Es importante que se comuniquen. Porque algunas de estas decisiones de diseño, indispensables en la arquitectura biofílica, no generan un impacto positivo directo en el bienestar de las personas: son decisiones que buscan no empeorar el calentamiento global y reducir la influencia del edificio en el cambio climático. Algo profundamente valioso. También para los trabajadores, a los que el conocimiento de trabajar en una oficina tan medioambiental responsable les impulsa moralmente. Aumenta su sensación de conexión con la naturaleza. Su vínculo con el planeta. Su sentido de pertenencia. La verdadera biofilia no es estética. Ni es una opción. Es el camino a seguir. 

 

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