A la oficina sin huella de carbono: cómo fomentar el uso de transportes ecológicos entre los empleados

La sostenibilidad se ha convertido, tras muchas décadas de indiferencia hacia la salud del planeta, en una aspiración determinante para los países, las organizaciones, las empresas y la sociedad en general. En estos momentos, y con los datos de los que disponemos acerca de este cambio climático antropogénico ya en marcha, es evidente que la actividad humana debe ejecutarse siempre en un marco de ecología y de preocupación por el medioambiente. Incluida la simple actividad de desplazarse del hogar a la oficina. Después de todo, existen billones de trabajadores en todo el mundo y el uso de medios de transporte ecológicos puede marcar una enorme diferencia.

 

El papel del diseño de edificios

La conceptualización de los edificios de oficinas juega un papel clave en el fomento del uso de medios de transporte ecológicos como son las bicicletas, los vehículos eléctricos o el transporte público. A fin de cuentas, las infraestructuras con las que cuenten impulsarán o frenarán ese cambio de paradigma en la movilidad laboral. Los estacionamientos para bicicletas, los puntos de recarga para coches eléctricos o el acceso a autobuses públicos y metro cerca del edificio son solo algunos ejemplos. También la presencia de vestuarios para ducharse y cambiarse: esto incentiva acudir a la oficina a pie, practicando running o en la misma bicicleta. Todos los detalles suman.

 

El papel de la política empresarial

Que una empresa opere en un edificio de oficinas con infraestructuras como las mencionadas anteriormente evidencia un compromiso con el transporte sostenible. Sin embargo, este debe ir más allá y materializarse en políticas internas que fomenten su priorización. Entre ellas, está el apoyo económico para la compra de bicicletas y vehículos eléctricos, los programas de reembolso que devuelven dinero a los trabajadores cuando gastan en transporte público, los programas de bicicletas compartidas, la colaboración con empresas de transporte ecológico para lograr descuentos para los empleados o los programas de incentivos: días libres o premios para quienes elijan este tipo de movilidad.

 

El papel de los gobiernos

Los gobiernos, sean nacionales, autonómicos o locales, tienen la obligación de poner en marcha medidas políticas que materialicen los deseos sociales de la gente. Y en estos momentos el deseo de llevar una vida sostenible es de los más sólidos que hay. En este sentido, algunas de las medidas que podrían reducir o eliminar la huella de carbono de los trabajadores en su desplazamiento a la oficina son los incentivos fiscales en la compra de transportes ecológicos, la puesta en marcha de campañas de concienciación y la inversión económica en todo tipo de infraestructuras urbanas públicas que faciliten la circulación en bicicleta, en patinete o en transporte público.

 

El papel de los trabajadores

Los trabajadores dependen de los estudios de arquitectura, las empresas privadas y los poderes públicos para poder decantarse por modelos de desplazamiento menos contaminantes. Sin embargo, también es importante la influencia social directa, es decir, la capacidad que tiene cada empleado de convertirse en prospector de estos modelos. Especialmente los directivos, cuyo liderazgo puede ser inspirador para el resto de personal de la empresa. Ver a un jefe acudir al trabajo en bicicleta o utilizando la línea de autobús pública transmite unos valores, sobre todo a los trabajadores más jóvenes. Ellos son el futuro. Ellos son quienes cuidarán del mundo mañana.

 

Conclusión

Dejar de lado el desplazamiento a la oficina en coche particular, priorizando otros sistemas mucho menos perjudiciales para el planeta, es una estrategia esencial debido a la cantidad de trabajadores que existen. No obstante, y como hemos visto, el fomento de estos sistemas no está en manos de un único agente social, sino que es una cuestión compleja de la que deben participar todos los sectores: la administración pública, la empresa privada, los urbanistas, los arquitectos, los propios empleados... Pero merece la pena. Disfrutaremos, además, de ciudades menos contaminadas, menos saturadas y más seguras. Así serán las ciudades que vendrán. Comencemos a construirlas hoy.

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